En la obra de Dalí aparece la influencia de la mujer como su musa
inspiradora. Gala es su protagonista, su mundo y su obsesión. Son numerosas las
obras en las que podemos contemplar a Gala, como en “Leda atómica” (1949),
donde podemos apreciar claramente esta mezcla de admiración y obsesión.
Bretón también vivió algo similar, dedica a Nadja en “Arcane” la
siguiente cita: "Cuando la suerte te trajo a mi encuentro, la mayor
oscuridad reinaba en mí y puedo decir que en mí se ha abierto esta
ventana."
La mujer era inspiradora de emociones y pasiones, de sentimientos
encontrados, en una lucha constante entre la luz, el amor, y la oscuridad, la
pasión. A través de esta fuerza vital que arrastraba a nuestros artistas
surrealistas a un mundo contradictorio. Bretón profundizo en todo este
sentimiento en “Pez Soluble” (1924), “Nadja” (1928) y “El
amor loco” (1937) donde expone una mezcla, de lo espiritual y lo carnal. La
mujer alcanza el clímax de su libertad sexual, pero no de forma plena, no con
verdadera autonomía, la alcanza para entregarse al otro, volviendo a caer en
las redes de donde escapó, teniendo que pagar un precio y no en completa
libertad.
Las fotografías de Man Ray son un magnifico ejemplo de esa
libertad ideal, y en el fondo no alcanzada, una libertad utópica. Bretón
afirmaba que las fotografías de Man Ray sobre mujer eran "la suma de los
deseos y los sueños... perfectas encarnaciones... de lo que es más eternamente
joven en el arte del amor”.[1]
Magritte utiliza a la mujer como un objeto erótico, un juguete. Realiza
un hibrido de mujer dispuesta a ofrecer placer como si de una maquina sexual se
tratase, combina los atributos femeninos, en su obra “La violación” (1934)
de la que existen diversas versiones. Traspasa los límites de lo racional, para
transportarnos a un mundo machista y obsesivo, donde aparecen claramente sus
frustraciones y deseos más ocultos que se liberan a través del Surrealismo.
En el surrealismo la mujer
encarna en numerosas ocasiones el mal, en equilibrio con el bien. Amor y
muerte, como dos realidades inseparables de lo conciente y lo inconsciente. Se
identifica en numerosas ocasiones a la mujer con la muerte, con la
naturaleza, constituye uno del los mensajes más repetidos en el
surrealismo.
Los surrealistas idealizan a la mujer pero la utilizan a su
capricho, como si de un objeto se tratase. Se escudan en concepciones que según
ellos están profundamente arraigadas en el inconscientes y que escapan y se
liberan en sus obras, que incluso llegan a ser algunas incluso cómicas
como “El Violón de Ingres” (1924) o los muebles de Dalí.
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